SONETO
Vino el
soneto, acompañando al endecasílabo, de Italia, durante el primer Renacimiento.
Lo cultivaron Imperial y Santillana durante el siglo XV, pero no lograron
aclimatarlo a las formas métricas españolas. Fueron Boscán y Garcilaso quienes
lograron imponerlo.
En su forma
clásica, consta el soneto de catorce versos endecasílabos, distribuidos en dos
cuartetos y dos tercetos, con una rima ABBA ABBA CDE DCE. Esa es la forma de,
por ejemplo “En tanto que de rosa y azucena”, de Garcialaso.
CANCIÓN
Con el
término canción se hace referencia a la canción petrarquista, que se comienza a
cultivar en el siglo XVI. La canción petrarquista o italiana se compone de un
mínimo de tres estancias iguales, y termina con una mucho más breve, el envío,
en la que se señala explícitamente a la canción ese envío o dedicatoria, como
vemos en la Canción III de Garcilaso:
“Aunque en
el agua mueras,
Canción, no
has de quejarte,
Pues yo he
mirado bien lo que te toca”
Se trata de
una composición reservada para temas amorosos o elevados, que tuvo mucho éxito
durante el Siglo de Oro español (s. XVI
y s. XVII).
ESTANCIAS
La estancia
es la repetición regular de una estrofa formada por versos de 7 y 11 sílabas
dispuestos de modo aleatorio, normalmente por encima de los 8 versos (para
diferenciarlas de las liras).
La estancia
se incorporó al repertorio métrico español durante el Renacimiento (Boscán,
Garcilaso, Herrera…)
Resultan
más ligeras aquellas en las que domina el heptasílabo, y más graves y
digresivas aquellas en donde predomina el endecasílabo.
SILVA
Poema de
versos en serie que, en su forma primitiva, hilvanaba heptasílabos y
endecasílabos con rima consonante de forma aleatoria. En seguida surgieron
muchas variedades, sobre todo al jugar con la disposición de las rimas y la posibilidad
de dejar versos sueltos.
El origen
de la silva se sitúa a comienzos del siglo XVII, su desarrollo resulta
espectacular e imparable a partir de las Soledades de Góngora, aunque antes lo
había practicado Quevedo. Fue la estrofa preferida de todo el siglo XVIII para
la poesía reflexiva de tirada extensa.
TERCETOS
ENDECASÍLABOS
Introducidos
en la poesía española como acompañantes del endecasílabo, canalizaron epístolas
y elegías, de encadenados (rima del segundo verso con el primero y el tercero
de la estrofa siguiente; suele terminar en cuarteto que recoge las dos últimas
rimas) se propagó de forma arrolladora.
ODA
Es una clase de composición lírica que canta en
tono elevado cualquier asunto. Nacida en la literatura griega y destinada al
canto, presenta dos tipos fundamentales: el cultivado por Píndaro (s. V a.C),
de estilo grandilocuente y compleja y variada estructuración estrófica, y el
más sencillo, formado por estrofas iguales y empleado por Safo, Alceo y
Anacreonte (s. VII-VI a. C.). Este último fue recogido por Horacio (s. I a. C.)
para la literatura latina. En la pluma de Fray Luis pasará a denominar el poema
de corte clásico, frente a los géneros petrarquistas (soneto, canción).
Horacio había empleado en sus odas sobre todo
una estrofa de cuatro versos. Fray Luis desarrolla la suya apoyándose en
Bernardo Tasso, quien ya había recogido la estrofa de cinco versos que
combinaba endecasílabos y heptasílabos, y en Garcilaso de la Vega y su Canción V. A la flor de Gnido, de donde
parece ser que surge la denominación de lira para esta clase de estrofa (primer
verso de esta canción: Si de mi baja lira).
La primera lira la compuso Garcilaso, en liras
se compusieron la mayor parte de las Odas luisianas, y en Cántico espiritual de
San Juan de la Cruz.
Fray Luis
probablemente emplee la forma estrófica de Lira en sus Odas y no el soneto o la
canción, por su flexibilidad: la alternancia de endecasílabos y heptasílabos
ofrecía una enorme libertad para adecuar la métrica al contenido.
ÉGLOGA
La égloga es un subgénero de la poesía lírica
que se dialoga a veces como una pequeña pieza teatral en un acto. De tema
amoroso, uno o varios pastores lo desarrollan contándolo en un ambiente
campesino donde la naturaleza es paradisíaca y tiene un gran protagonismo la
música. Como subgénero lírico se desarrolla a veces mediante un monólogo
pastoril o, más frecuentemente, con un diálogo.
Las primeras églogas fueron los Idilios (en griego, "poemitas"
o "pequeños cantos") de Teócrito; luego los escribieron Mosco, Bión de
Esmirna y otros autores bajo su influencia. El escritor latino Virgilio (siglo
I a. C.) con sus Églogas (en griego,
"selecciones") o Bucólicas
añadió elementos autobiográficos, haciendo de cada pastor un personaje
imaginario que encubría a un personaje real: Cayo Cilnio Mecenas, Augusto etc.
Algunas de ellas llegaron a escenificarse en Roma. Otros autores latinos
escribieron también églogas, como Nemesiano, Calpurnio Sículo o Ausonio.
Esta innovación pasó a la bucólica posterior,
de forma que algunas veces los personajes de las églogas representaban
personajes reales. A través de Giovanni Boccaccio y con el Renacimiento y la Arcadia de Jacopo Sannazaro el género se
volvió a recuperar mezclándose las composiciones en verso en un marco narrativo
en prosa, y se difundió por todo el mundo occidental, bien en verso, bien como
églogas intercaladas en una novela pastoril cualquiera. En la literatura
castellana, escribieron églogas Juan del Encina, Lucas Fernández, Garcilaso de
la Vega, Juan Boscán, Lope de Vega, Pedro Soto de Rojas, Bernardo de Balbuena y
Juan Meléndez Valdés. Normalmente son tristes y dolorosas ya que son desgracias
que le pasan a la gente.
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